sábado, 18 de agosto de 2012

¡TODO LO QUE DIOS HACE ES BUENO !


¡TODO LO QUE DIOS HACE ES BUENO !


Había una vez un rey al que le gustaba mucho cazar. Entre los amigos que llevaba a las cacerías, había uno que era muy piadoso y temeroso de Dios (al contrario del monarca que no se detenía en las cuestiones de la fe).
Siempre que el rey lograba derribar a un animal, aquel sujeto gritaba:
- ¡Todo lo que Dios hace es bueno!
Y el rey se envanecía por estas palabras.
Un día, cuando el rey disparó su arma de caza, el tiro salió por la culata, arrancándole el pulgar de la mano derecha.
Cuando volvían a la casa, cargando al rey en una litera, el sujeto dijo:
- Es así… ¡Todo lo que Dios hace es bueno!
El rey se enfureció, ordenó que lo encerraran en un calabozo y que tiraran la llave.
Pasado el trauma inicial del accidente, el rey y sus demás amigos volvieron a cazar.
En uno de esos viajes, el grupo cayó en manos de una tribu de caníbales y, uno a uno, fueron siendo devorados por los salvajes.
El rey quedó para lo último. Pero, cuando llegó su hora, al venir a examinarlo, el sacerdote de los caníbales percibió que le faltaba el pulgar de la mano derecha, lo descalificó como ofrenda y ordenó que lo liberasen.
Al volver a su reino, el rey ordenó liberar a su amigo y le contó toda la historia.
- Yo le dije, mi rey, ¡todo lo que Dios hace es bueno! Si usted no hubiese perdido el pulgar aquel día, ya estaría muerto.
El rey se disculpó con su amigo, por haber ordenado que lo encarcelaran. Y le hizo una pregunta:
- Amigo mío, yo todavía tengo un tema no resuelto en mi corazón. Si todo lo que Dios hace es bueno, ¿por qué Él permitió que yo ordenara que te apresaran? ¿Por qué permitió que tú, injusta mente, hayas estado dos años tras una reja?
- Ah, mi rey, todo lo que Dios hace es muy bueno, pues, si yo no hubiera estado aquí preso, estaría ahora en la barriga de los caníbales.
ESCRITO POR EL OBISPO MACEDO 
AGUA VIDA VS AGUA MORTAL




La creencia de acuerdo con las Escrituras no tiene nada que ver con la fe vulgar.
Hay muchos creyentes fracasados e incluso perturbados porque no disciernen la propia fe.
Piensan que el hecho de haber aceptado a Jesús como Salvador ya es suficiente para encuadrarse como creyentes en Jesús.
Puro engaño.
Jesús garantiza que quien cree en Él, como dice la Escritura, de su interior fluirán ríos de agua viva. Juan 7:38
Pero lo que se ve es lo opuesto. La mayoría ha creído simplemente en Él, pero de su interior ha fluido agua venenosa.
¿Por qué?
El verbo creer, en el original griego, envuelve una entrega total: cuerpo, alma y espíritu. Significa someterse 100% a las enseñanzas cristianas bíblicas.
Jesús dijo: quien cree en Mí, esto es, quien se rinde a Mí, abraza Mis pensamientos, practica Mis ideas, se somete a Mi disciplina, en fin, oye y practica Mi Palabra – eso sí, significa creer en Él de hecho y de verdad – de su interior fluirán ríos de agua viva.
El ayuno de Daniel es un propósito que involucra a los sedientos por una vida nueva: personas cansadas de religiones, doctrinas, mandatos, obligaciones, imposiciones humanas y todo lo demás que no trae ningún resultado positivo.
¿Dónde  está el error?
El error está en el hecho de que las personas creen en Jesús, pero no creen de hecho y de verdad en Él.
Creer simplemente en Él no trae compromiso en practicar Su Palabra, muy diferente es cuando se cree de hecho y de verdad.
Por ejemplo: este domingo, juntamente con la consagración de los diezmistas, tendremos el Día del Perdón.
Vamos a poner en práctica el Perdón que Jesús exige para que seamos perdonados y así poder recibir Su Espíritu.
Eso es creencia practicada de acuerdo con la Palabra:
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores…
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:12,14-15
ESCRITO POR EL OBISPO MACEDO 
BLOC DEL OBISPO MACEDOhttp://www.bispomacedo.com.br

humillado para la gloria

humillado para la gloria


Doliente es humillado por su condición enferma;
El insolvente es humillado por su situación de miseria;
Los padres son humillados por la mala conducta de los hijos;
Los hijos son humillados por la mala conducta de los padres…
Mientras que el orgullo promueve la deshonra, la humildad precede a la honra.
Pero, ni siquiera por eso el orgullo pasa de moda. Desde los primeros habitantes del planeta, el orgullo se hace presente.
Los presuntuosos son los que más se perjudican.
Nadie es alguna cosa en este mundo.
La criatura humana solo puede considerarse alguna cosa si y solo si conoce al Señor y Salvador Jesucristo.
Para lo cual es preciso ser humilde o estar humillado.
El conocimiento del Señor es la única cosa que justifica la gloria humana.
El resto es resto y con el tiempo desaparece.
No es sabio andar por el camino del orgullo, la vanidad o la arrogancia, bajo pena de acabar en la calle de la amargura.
Aprender esa lección constituye un enorme desafío que, debido a  la naturaleza humana, cada uno tiene que aprender solo.
La única manera de que el ser humano reconozca el máximo de su insignificancia es cuando está en un aprieto.
Sea un aprieto del área sentimental, de la salud debilitada, del área familiar o económica.
En ese caso, todos llegan rápidamente al fondo del pozo de la humillación y la vergüenza.
Siendo así, no hay alternativa sino la de rendirse a la humildad.
Al contrario de lo que se piensa, Dios no es responsable por nuestras desventuras.
Por lo contrario, nosotros mismos recogemos los frutos de lo que sembramos. Cosechamos hoy lo que plantamos ayer; cosecharemos mañana lo que plantemos hoy.
Nuestras desventuras son creadas por nosotros mismos.
Es verdad que Él ha permitido que lleguemos a nuestro fondo del pozo. Pozo individual.
Es que la compasión Divina ha dejado que nuestra naturaleza nos enseñe el camino de la humildad, ya que, debido al orgullo, no damos oídos a Su Palabra.
La humillación de los sufrimientos conduce al alma a la humildad y, consecuentemente, a la honra. Eso si recurrimos al Creador.
Un afortunado beneficiario de  esa lección reconoció al sufrimiento como puerta de entrada hacia la salvación y confesó:
“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda Tus estatutos.” Salmo 119:71
“Así dijo el SEÑOR: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que Yo soy el SEÑOR, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice el SEÑOR.” Jeremías 9:23-24
ESCRITO POR EL OBISPO MACEDO